Estudio muestra el proceso unificado de evolución en bacterias y eucariotas sexuales

Bacteria eukariotes
Imagen: Centers for Disease Control

Una sola mutación genética puede barrer a través de una población, abriendo la puerta para el concepto de “especies” en bacterias.

Denise Brehm, Civil and Environmental Engineering. Original (en inglés).

Las bacterias son los organismos más populosos en el planeta: prosperan en casi cada entorno conocido, adaptandose a diferentes hábitats por medio de variaciones genéticas que proveen las capacidades esenciales para la sobrevivencia. Estas innovaciones genéticas provienen de lo que los científicos creen que es una mutación al azar y un intercambio de genes y otros trozos de ADN entre bacterias que a veces les confiere una ventaja, y que entonces se vuelve una parte intrínseca del genoma.

Pero cómo se esparce una mutación ventajosa de una simple bacteria a todas las otras bacterias en una población es una pregunta científica abierta. ¿El gen que contiene una mutación ventajosa pasa de bacteria a bacteria, barriendo a través de la población entera por sí mismo? ¿O un solo individuo obtiene el gen, y entonces replica su genoma entero muchas veces para formar una nueva población mejor adaptada de clones idénticos? Evidencia conflictiva soporta ambos escenarios.

En una revista académica que apareció en la edición del 6 de Abril de Science, investigadores del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental (CEE – Civil and Environmental Engineering) del MIT (Massachusetts Institute of Technology – Instituto Tecnológico de Massachusetts) proveen evidencia de que las mutaciones ventajosas pueden barrer a través de las poblaciones por sí mismas. El estudio reconcilia la evidencia conflictiva previa al mostrar que después de tres barridos de genes, la recombinación se vuelve menos frecuente entre cepas de bacterias de diferentes poblaciones, produciendo un patrón de diversidad genética que recuerda al de la población clonal.

Esto indica que el proceso de evolución en las bacterias es muy similar al de las eucariotas sexuales – que no pasan su genoma intacto a su progenie – y sugiere un método unificado de evolución de las dos formas de vida mayores de la tierra: procariotas y eucariotas.

El hallazgo también llega al corazón de otra pregunta científica: como al delinear especies de bacterias – o determinar si el término “especies” siquiera aplica a bacterias, que son tipicamente identificadas como poblaciones ecológicas y no especies. Si todas las bacterias en una población son clones de un ancestro común, la idea de las especies no aplica. Pero si, como muestra este nuevo estudio, genes que son compartidos al azar entre individuos pueden dar lugar a una población nueva ecológicamente especializada, el uso del término podría ser garantizado.

“Encontramos que la diferenciación entre poblaciones estaba restringida a unos pocos parches pequeños en el genoma”, dice Eric Alm, profesor asociado de desarrollo de carrera de Ingeniería Civil y Ambiental e Ingeniería Biológica y miembro asociado del instituto Broad.

El profesor Martin Polz de CEE, otro investigador principal en el proyecto, añade, “Patrones similares han sido observados en animales, pero no esperamos verlos en bacterias”.

“El proceso de diferenciación ecológica en bacterias, que encontraron los investigadores, es similar a los mosquitos que transmiten malaria: algunas poblaciones desarrollan resistencia a agentes antimalariales por medio de un solo intercambio de genes, mientras que otras poblaciones compartiendo el mismo hábitat no lo hacen. El pez espinoso (Gasterosteidae) también se ha mostrado que sigue este patrón de “especiación simpátrica” (la formación de una especie sin que se establezca previamente una barrera geográfica entre poblaciones) en entornos compartidos.

“A pesar de que las fuentes de diversidad genética son muy diferentes entre bacterias y eucariotas sexuales, el proceso mediante el cual la diversidad adaptativa se propaga y desencadena una diferenciación ecológica parece muy similar”, dice el primer autor doctor Jesse Shapiro, un posdoctorado en la Universidad de Harvard quien realizó su trabajo de graduación en el laboratorio de Alm en el MIT.

Los investigadores realizaron el trabajo usando 20 genomas completos de la bacteria Vibrio cyclitrophicus que recientemente se había diversificado en dos poblaciones ecológicas adaptadas a microhábitats conteniendo diferentes tipos de zooplancton, fitoplancton y particulas orgánicas suspendidas en agua de mar. En un estudio previo basado en solo unos pocos genes, habían predecido que estas poblaciones cercanamente relacionadas de Vibrio estaban en el proceso de desarrollarse en dos diferentes poblaciones asociadas al hábitat.

El nuevo estudio muestra que las dos poblaciones fueron frecuentemente mezcladas por recombinación genética, quedando genéticamente distintas en solo unas pocas adaptaciones ecológicas genéticas, con una tendencia en aumento hacia intercambio de genes dentro – en lugar de entre – hábitats.

“Esta es la revista académica más sofisticada sobre especialización bacteriana que ha aparecido, sobre todo por que utiliza la dudosa palabra “especies” solo una vez, y eso es con precaución”, dice W. Ford Doolittle, un profesor emérito de bioquímica en la universidad de Dalhousie en Canada. “La base genética de diferenciación ecológica en bacterias – como el genotipo mapea al ecotipo y que procesos determinan este mapeo – es en mi mente el más grande problema en ecología microbial moderna”.

Otros coautores en la revista académica son el estudiante graduado del MIT Jonathan Friedman, los posdoctorados Otto Cordero y Sarah Preheim, la estudiante graduada Sonia Timberlake, y Gitta Szabo de la Universidad de Vienna en Austria. Los fondos fueron provistos por la Fundación Nacional de Ciencias, la Fundación Gordon y Betty Moor, y el Instituto Broad.

Reimpreso con permiso de MIT News.

Fuente
http://web.mit.edu/ (en inglés)

Biólogos desacreditan la teoría de que el sexo masculino desaparecerá

Cromosomas Humanos durante Metafase. Imagen: Steffen Dietzel. CC BY-SA
Cromosomas Humanos durante Metafase. Imagen: Steffen Dietzel. CC BY-SA

Desde hace varios años circula la historia de que el cromosoma Y, el cual determina el sexo de los hombres, está desapareciendo ha estado circulando por Internet. Según la historia, este cromosoma, que en el pasado llevaba alrededor de 800 genes al igual que el cromosoma X, ha perdido cientos en los últimos 300 millones de años y dejará de existir en alrededor de 10 millones de años.

Investigadores del Instituto Whitehead para Investigación Biomédica en el MIT, quienes publicaron un estudio en la última edición de Nature, encontraron evidencia que sugiere que el cromosoma Y no perderá los 19 genes que le quedan. Los investigadores compararon el cromosoma Y del mono rhesus, un primate cuyo camino evolucionario divergió del de los humanos hace alrededor de 25 millones de años. Los investigadores descubrieron que los humanos solo han perdido un gen del cromosoma Y desde que el mono rhesus y la gente tomaron diferentes caminos evolutivos.

Esto básicamente desacredita la supuesta teoría de que el cromosoma Y está desapareciendo.

“El Y estuvo en caída libre al principio, y genes se perdieron a una velocidad increíblemente rápida”, dijo David Page, director del instituto Whitehead. “Pero entonces se niveló, y ha estado bien desde entonces”.

Más información
http://www.medicaldaily.com/ (en inglés)

Priones juegan papel clave en sobrevivencia y evolución de la levadura

Levadura.
Levadura. Imágenes: R. Halfmann, D. F. Jarosz, S. K. Jones, A. Chang, A. K. Lancaster, S. Lindquist, y Nature

Por vez primera, investigadores encontraron priones en cepas salvajes de levadura, y mostraron de que manera pueden ayudar a los organismos a resistir estrés ambiental.

Por Anne Trafton, MIT News Office. Original (en inglés).

Proteínas mal dobladas llamadas priones son mejor conocidas por causar enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad Creutzfeldt-Jakob y la enfermedad de las vacas locas (Encefalopatía espongiforme bovina). Sin embargo, un nuevo estudio realizado por científicos en el Instituto Whitehead del MIT (Massachusetts Institute of Technology – Instituto Tecnológico de Massachusetts) encontró que también juegan un papel mucho más benéfico.

El equipo de investigadores, liderado por Susan Lindquist, ha mostrado que en la levadura, los priones despiertan genes que pueden ayudar a la levadura a sobrevivir estrés ambiental. Además, estas nuevas características pueden ser pasadas a la descendencia, contribuyendo a la evolución de una manera inesperada.

Lindquist, un profesor de biología en el MIT, propuso por primera vez este mecanismo evolucionario hace más de una década, pero muchos científicos se resistieron a la idea por que nadie podía encontrar evidencia de que los priones existieran en cepas “salvajes” de levadura, a diferencia de las cepas de laboratorio utilizadas para estudios genéticos.

En una revista académica publicada en la edición del 15 de febrero de Nature, los investigadores probaron casi 700 cepas de levadura salvaje y encontraron priones en un tercio de ellas.

“Ahora tenemos evidencia de que estos elementos existen en la naturaleza y pueden influenciar la adaptación a una variedad de estrés que son relevantes a la sobrevivencia del organismo”, dijo Dan Jarosz, un postdoctorado en el laboratorio de Lindquist y uno de los autores líderes de la revista académica.

El otro autor principal es Randal Halfmann, ahora en el Centro Médico Suroeste de la Universidad de Texas.

Pagando sus apuestas

Los priones son conformaciones anormales de proteínas normalmente encontradas en células; las versiones mal dobladas pueden tener impresionantes efectos.

Estudios previos en cepas de laboratorio de levadura han mostrado que un prión llamado PSI+ puede formar grupos que interfieren con la habilidad de una célula de leer su propia información genética. Normalmente, instrucciones de ADN son copiadas en una molécula conocida como mensajero ARN (mRNA), el cual es leído entonces por ribosomas, donde las proteínas son ensambladas. El prión PSI+ previene que el ribosoma se detenga en el lugar correcto, así que continúa agregando a la proteína, generando potencialmente una cepa notable.

Bajo circunstancias normales, los priones aparecen en solo una de un millón de células de levadura. Su presencia actúa como un mecanismo de cobro de apuestas para la población: Si la adaptación del prión resulta no ser apta para sobrevivencia, la población pierde muy pocas células. Interesantemente, cuando el entorno se vuelve estresante, los priones comienzan a aparecer a una taza más alta. “Cuando las cosas no van bien, las células incrementan la frecuencia a la que apuestan”, dice Lindquist.

En este estudio, los investigadores encontraron evidencia de PSI+ en 10 cepas salvajes; otro prión bien conocido, MOT3+, fue encontrado en seis cepas salvajes. Para probar elementos priones previamente desconocidos, expusieron las cepas a un químico que saca PSI+ y MOT3+ fuera de su estado de prión, y encontraron que 255 cepas demostraron niveles notables tras este tratamiento. Aproximadamente 40 por ciento de esas cepas probaron ser benéficas al crecimiento en una docena de diferentes condiciones ambientales probadas, incluyendo entornos acídicos o en la presecia de drogas anti-hongos o altos niveles de etanol.

“Una cosa es decir que es posible, otra es mostrar que realmente ocurre en lo salvaje”, dice Alex Lancaster, un estudiante investigador en el laboratorio de Lindquist y un autor de la revista académica. “Esto sirve para mostrar que esto es algo que realmente podría hacer una diferencia en términos de la evolución de la levadura, y potencialmente también otros organismos”.

Las características inducidas por priones pueden ser pasadas a generaciones futuras, inicialmente a través de heredar los mismos priones, y subsecuentemente a través de mutaciones genéticas. Esto es, los rasgos pueden ser codificados en el genoma si ocurre una mutación que cause que el gen sea leído más allá de donde debería de serlo.

La nueva revista académica representa un “gran paso adelante” para entender el papel de los priones en la evolución de la levadura, dice Yury Chernoff, un profesor de nanobiología en el Instituto de Tecnología de Georgia. “Ahora podrás convencer a la gente de que no puedes seguir ignorando priones cuando hablas de conceptos evolucionarios”, dice Chernoff, quien no fue parte del equipo investigador.

Los investigadores del MIT trabajan ahora con científicos en la Universidad de Californio en San Francisco para determinar exactamente como los priones que identificaron en este estudio dan paso a nuevas características observadas en levadura. También buscan evidencia de que los priones tienen efectos similares en otros organismos.

Reimpreso con permiso de MIT News.

Fuente
http://web.mit.edu/ (en español)

Laboratorio especial para el estudio de bacterias luminiscentes

Laboratorio bacterias hongos
Imagen: RIA Novosti

En Krasnoyarsk, Siberia, avanza la creación de un laboratorio biotecnológico que será de alto nivel mundial, el cual estará bajo la dirección del científico estadounidense y premio nobel Osamu Shimomura, quien aceptó presidir el cargo por considerar que en esta región es donde se encuentran los mejores y mayor números de científicos que se ocupan del estudio de la bioluminiscencia.

La Bioluminiscencia es la ciencia que estudia la capacidad de los organismos vivos de emitir luz. Hace más de 30 años que los científicos rusos investigan esta área de la biología y en el transcurso de este tiempo han logrado una colección extraordinaria de más de 700 bacterias luminiscentes. El estudio de la luminiscencia en las bacterias tiene, tanto intereses científicos como prácticos .

Valentina Kratasiuk, biofísica de la Universidad de Siberia, dice:
“Estudiamos los organismos luminiscentes en todas las fases de la vida. Estos seres permiten estudiar diferentes procesos. Ahora hemos instrumentado un sistema con bacterias luminiscentes que permiten analizar la calidad del agua. Y los servicios ecológicos recibirán un buen instrumento para determinar la toxicidad del medio, ya que la velocidad del análisis incrementará notablemente. También hay otras esferas en las que funcionan exclusivamente los métodos de los organismos luminiscentes”.

Los biólogos han creado sistemas únicos de análisis usando organismos luminiscentes, los cuales permiten diagnosticar enfermedades, observar el efecto de los fármacos en el organismo humano, distinguir las sustancias nocivas en el agua, en el aire y en productos alimenticios. Actualmente los biólogos buscan un método para poder detectar y medir la concentración de mercurio en la atmósfera, cuya presencia es la causa del nacimiento de bebés con algunas enfermedades incurables, con mayor incidencia en las ciudades industriales.

En Siberia existen gran variedad de organismos luminiscentes, especialmente especies de gusanos y hongos.

Osamu Shimomura, puntualiza:
“Supongo que la revelación del secreto de la luminiscencia de los hongos será un gran descubrimiento científico y de gran provecho para la humanidad”.

Más información
http://spanish.ruvr.ru/

Hipótesis sobre el origen de la vida

Lago volcánico

Científicos rusos y estadounidenses del Instituto Nacional de Salud en Bethesda (Maryland, EE. UU.) publicaron un artículo en la revista Proceeding of the National Academy of Sciences (PNAS), donde dan a conocer su hipótesis: de que las primeras células de la vida se originaron en antiguos lagos de agua dulce, enriquecidas con diferentes minerales de las fuentes geotérmicas y no en el océano primordial cuyas aguas eran bastante saladas.

Los científicos determinaron que las aguas dulces fueron las más adecuadas para dar origen a la vida, a raíz de haber analizado la composición química del citoplasma (protoplasma o sustancia que rodea el núcleo de una célula y posee estructuras en las que se realizan la mayoría de los procesos vitales celulares) de las células de muchos organismos actuales y después haberlos comparado con un conjunto de elementos presentes en las aguas de los actuales océanos así como de las aguas de los actuales maniantiales geotérmicos y lagos.

Referencias
http://spanish.ruvr.ru/
http://actualidad.rt.com/

Las plantas usan su reloj interno para defenderse de insectos

Oruga
Oruga

Día a día, las plantas entran en un estado de defensa, preparándose para enfrentar el ataque de los insectos hambrientos que intentarán alimentarse de ellas.

Al igual que muchos seres vivos, ya es sabido que las plantas tienen un reloj interno que no depende únicamente de la luz solar. Este reloj interno, llamado ritmo circadiano, va sincronizado con la duración del día de 24 horas y les permite regular algunos mecanismos independientemente de condiciones de luz. Las hojas siguen el camino del sol, y por la noche reinician las posiciones y vuelven a mirar hacia el este para esperar el siguiente día.

Los científicos han estado interesados en averiguar que otros procesos biológicos están regulados por este ritmo circadiano de las plantas, y en un estudio genético se descubrió que hasta una tercera parte del material genético de la planta Arabidopsis (un género de plantas herbáceas de la familia de las brasicáceas, que han sido objeto de intenso estudio en época reciente como modelos para la investigación fitobiológica) está hecho para responder al reloj interno de la planta.

Un estudio para la resistencia contra las plagas conducido por biólogos de la Universidad Rice mostraron que las plantas utilizan su ritmo circadiano para anticipar los ataques diurnos de insectos hambrientos y hacen sofisticadas preparaciones para repelerlos. Uno podría pensar que las plantas solo están ahí todo el día sin hacer nada, cuando la realidad es que llevan a cabo complejos procesos para sobrevivir.

Para comprobar esto Danielle Goodspeed, una estudiante graduada en bioquímica y biología celular, diseñó un experimento. Preparó los relojes biológicos de plantas Arabidopsis y gusanos de lechugas que comen Arabidopsis. La mitad de las plantas fueron colocadas con gusanos con el ciclo regular de día-noche, mientras que la otra mitad fue colocada fuera de fase, los gusanos estaban en modo diurno mientras que las plantas estaban en modo nocturno y viceversa.

“Encontramos que las plantas cuyos relojes estaban en fase con los insectos eran relativamente resistentes, mientras que las plantas cuyos relojes estaban desfasados fueron acababas por los insectos que se alimentaban de ellas”, dijo Goodspeed.

Un experimento posterior encontró que las plantas incrementan la producción de una hormona llamada Jasmonate durante el día, que es cuando los gusanos por lo general se alimentan. Esta hormona es usada por las plantas para regular la producción de metabolitos que interfieren con la digestión de los insectos.

“La defensa de Jasmonate es empleada por virtualmente todas las plantas, incluidos los tomates, el arroz y el maíz”, dijo Chehab, quien diseñó el experimento subsecuente. “Entender como regulan las plantas estas hormonas podría ser importante para entender por que algunas pestes son más dañinas que otras, y podría ayudar a encontrar nuevas estrategias para la resistencia contra los insectos”.

La investigación fue patrocinada por la Fundación Nacional de Ciencia y la Universidad Rice en los Estados Unidos. El estudio aparecerá esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Imagen
Alton N. Sparks, Jr., University of Georgia, United States. Creative Commons Attribution 3.0 Unported

Más información
Video en Youtube sobre el estudio (en inglés)
http://www.media.rice.edu/ (en inglés)

Virus engaña a bacterias para que trabajen para él

Virus Prochlorococcus
Virus Prochlorococcus

Investigadores del MIT han descubierto que ciertas bacterias oceánicas fotosintéticas deberían tener cuidado de virus con regalos: Estos virus cargan material genético tomado de las bacterias que los hospedaron previamente y con esto engañan nuevas bacterias para que utilicen su maquinaria para activar estos genes, ayudando a los virus a reproducirse, un proceso nunca antes documentado en la relación virus-bacteria.

Por Denise Brehm, Civil and Environmental Engineering. Original (en inglés)

El engaño ocurre cuando un virus inyecta su ADN en una bacteria viviendo en una región del océano sin mucho fósforo. Esta bacteria, bajo estrés por la falta de fósforo – que utiliza como nutriente – tiene su maquinaria para recolectar fósforo funcionando a toda marcha. El virus siente el estrés de la bacteria y le ofrece lo que parece ser una mano de ayuda: genes de bacteria idénticos a los de ella misma que le permitirían a la bacteria recolectar más fósforo. La bacteria usa esos genes – pero el fósforo adicional se gasta principalmente en soportar la replicación del ADN del virus.

Una vez que el proceso se ha completado, alrededor de 10 horas después de la infección, el virus explota la bacteria, liberando la progenie del virus de vuelta al océano donde pueden invadir otras bacterias y repetir el proceso. Los genes recolectores de fósforo adicionales provistos por el virus mantienen su ciclo reproductivo.

En esencia, el virus, o fago, está utilizando un componente muy sofisticado de la maquinaria reguladora de la bacteria para mejorar su propia reproducción – algo que nunca había sido documentado en una relación virus-bacteria.

“Esta es la primera demostración de un virus de cualquier tipo – aún esos bien estudiados en la investigación biomédica – explotando este tipo de maquinaria reguladora en una célula huésped, y ha evolucionado en respuesta a las presiones de selección extremas por la limitación de fósforo en muchas partes de los océanos globales”, dijo Sallie “Penny” W. Chisholm, una profesora de Ingeniería Civil y Ambiental (CEE – Civil and Environmental Engineering) y biología del MIT (Massachusetts Institute of Technology – Instituto de Tecnología de Massachusetts), quien es la investigadora principal del estudio y co-autora de la revista académica publicada en la edición del 24 de enero de Current Biology (biología actual). “Los fagos han evolucionado la capacidad de sentir el grado de estrés de fósforo en las bacterias que están infectando y han capturado, durante un tiempo evolutivo, algunos componentes de la maquinaria de la bacteria para sobrepasar la limitación”.

Chisholm y el co-autor Qinglu Zeng, un graduado de CEE, realizaron esta investigación usando la bacteria Prochlorococcus y su pariente cercano, Synechococcus, quienes juntos producen alrededor de un sexto del oxígeno en la atmósfera de la tierra. El Prochlorococcus mide alrededor de un micrón (también llamado micrómetro) de diámetro y puede alcanzar densidades de hasta 100 millones por litro de agua de mar; el Synechococcus solo es ligeramente más grande y un poco menos abundante. Los virus que atacan a ambas bacterias, llamados cianófagos, son aún más abundantes.

El mecanismo bacterial en juego es llamado un sistema regulador de dos componentes, que se refiere a la habilidad del microbio de sentir y responder a condiciones ambientales externas. Este sistema lleva a la bacteria a producir proteínas extras que se pegan al fósforo y lo traen a la célula. El gen cargado por el virus lleva el código de la misma proteína.

“Ambos el fago y la bacteria tienen los genes que producen proteínas que se pegan al fósforo, y encontramos que ambos pueden ser regulados por el sistema regulador de dos componentes de la bacteria,” dijo Zeng. “El lado positivo de la infección para la bacteria es que obtendrán más atrapa fósforo del fago y quizá más fósforo, aunque la bacteria está muriendo y el fago está utilizando el fósforo para sus propios propósitos”.

En el 2012, Chisholm y Maureen Coleman, ahora profesor asistente en la Universidad de Chicago, demostraron que las poblaciones de Prochlorococcus viviendo en el Océano Atlántico se han adaptado a las limitaciones del fósforo de ese entorno desarrollando más genes específicamente relacionados a la búsqueda de fósforo. Esto probó ser la diferencia entre estas poblaciones y sus contrapartes viviendo en el Océano Pacífico, el cual es más rico en fósforo, indicando que la variación es el resultado de una adaptación evolutiva al entorno.

La nueva investigación indica que el fago que infecta estas bacterias evolucionó junto con las bacterias.

“Estos virus … han adquirido genes para un camino metabólico de la células anfitrión,” dijo David Shub, un profesor de ciencias biológicas en la Universidad Estatal de Nueva York en Albany quien no estuvo involucrado en esta investigación. “Ahora Zeng y Chisholm han mostrado que estos genes virales particulares están regulados por la cantidad de fosfato en su entorno, y que también ellos utilizan las proteínas reguladoras ya presentes en las células que los hospedan al momento de la infección. Lo significativo de esta revista académica es la revelación de una interrelación evolucionaria muy cercana entre esta bacteria particular y los virus que buscan destruirla”.

“Hemos llegado a pensar que este sistema entero es otra pieza de evidencia para la increíble intimidad de la relación de fago y anfitrión”, dijo Chisholm, cuyos próximos pasos son explorar las funciones de todos los genes que estos fagos marinos han adquirido de sus células anfitrión para aprender más sobre las presiones selectivas afectando las interacciones fago-anfitrión en los océanos abiertos. “La mayoría de lo que hemos entendido sobre fagos y bacterias ha sido del modelo de microorganismo usado en investigación biomédica. El entorno de un cuerpo humano es dramáticamente diferente del de los océanos abiertos, y estos fagos oceánicos tienen mucho que enseñarnos sobre procesos biológicos fundamentales”.

Esta investigación fue patrocinada en parte por la Fundación Gordon y Betty Moore, el programa CMORE y el programa Oceanografía Biológica de la Fundación de Ciencia Nacional, y el Departamento de Energía de Estados Unidos.

Reimpreso con permiso de MIT News.

Imagen
Una micrografía electrónica de transmisión de un virus prochlorococcus. Imagen: Simon Labrie and Qinglu Zeng

Más información
http://web.mit.edu/ (en inglés)

Investigadores observaron evolución multicelular en solo 60 días

Sacharomyces cerevisiae
Sacharomyces cerevisiae

La multicelularidad fue una de las innovaciones más significativas en la historia de la vida, pero su evolución inicial es poco comprendida. Investigadores demostraron que los pasos clave para la transición pudieron haber ocurrido rápidamente. En tan solo 60 días, investigadores observaron como un organismo unicelular se agrupó, y algunas de sus partes comenzaron a alterarse genéticamente para mejorar la capacidad reproductiva del grupo.

El experimento, conducido por el Departamento de Ecología, Evolución y Comportamiento y el Instituto de Biotecnología de la Universidad de Minnesota, y liderado por William C. Ratcliff, se llevó a cabo utilizando la levadura Saccharomyces cerevisiae, esta levadura es la que produce la fermentación que permite la creación de la cerveza. Esta levadura se expuso a un entorno en el que se esperaba que las células se agruparan y que esta multicelularidad se diera por adaptación, los investigadores seleccionaban los grandes grupos de células y los transferían a un nuevo medio con comida fresca, y se dejaban crecer por 24 horas. Esto fue repetido por 60 días.

Los investigadores observaron la rápida evolución de genotipos para mostrar un comportamiento multicelular nuevo caracterizado por la reproducción vía propágulos. Los propágulos son un conjunto de células que se separan del grupo principal para formar un grupo nuevo distinto, son estructuras que actúan como agentes de reproducción multicelulares. Las nuevas colonias pasaban por una fase juvenil, y finalmente crecían hasta determinado tamaño. Los grupos multicelulares eran uniclonales (todas las células que lo forman partieron de una célula ancestral, la cual se replicó por división celular), minimizando los conflictos de interés genético entre grupos.

Mientras que cepas tempranas estaban compuestas de células fisiológicamente similares, las cepas comenzaron a evolucionar tasas más altas de muerte celular programada (apoptosis). En un organismo unicelular acelerar el proceso de apoptosis no tiene ningún sentido, pero en un grupo multicelular, esta adaptación incrementa la producción de propágulos, los cuales como ya se mencionó crean nuevas colonias a su vez. Estos resultados muestran que los aspectos claves de la complejidad multicelular, un tema de importancia central en la biología, puede evolucionar rápidamente a partir de eukaryotas (estructuras celulares complejas envueltas por una membrana) unicelulares.

Más información
Resultados del experimento (en inglés)
Abstracto del estudio (en inglés)

Forma de vida única es mitad planta mitad animal

Mesodinium Chamaeleon
Mesodinium Chamaeleon. Imagen: Øjvind Moestrup/The Journal of Eukaryotic Microbiology

Hay muchos animales que sufren transformaciones durante sus vidas que los dejan de manera irreconocible, por ejemplo, las orugas que se convierten en mariposas o los renacuajos que se convierten en ranas. Pero estos son solo cambios de forma, siguen siendo animales. Un organismo unicelular recién descubierto es una mezcla única de animal y planta.

Los Mesodinium Chamaeleon (Camaleones Mesodinium) que habitan en aguas marinas de Escandinavia y Norteamérica, se desplaza rápidamente por el agua y se alimenta como un animal. Sin embargo, cuando éste come una alga llamada Cryptophyta, los camaleones Mesodinium no digieren sus células, en vez de esto comienzan a utilizar las células para generar azúcar por medio de fotosíntesis.

No las mantiene permanentemente, las células permanecen intactas por varias semanas antes de ser descompuestas, mientras esto sucede siguen produciendo azúcar por fotosíntesis. Los camaleones Mesodinium cambian de color según si el alga que comieron era roja o verde, o ambas.

La habilidad de tomar otras células y ponerlas a trabajar es llamada endosimbiosis, y es básica para toda la vida multicelular, incluyendo nuestra propia vida, ya que tenemos bacterias en nuestros intestinos que descomponen nuestros alimentos para así poder obtener nuestra energía.

Más información
http://www.newscientist.com/ (en inglés)

El presupuesto energético de los microorganismos

Células
Imagen: Mari Kempes

Todos los organismos vivientes balancean un cierto tipo de presupuesto – asignando energía a diversas partes de su cuerpo para sustentar los procesos esenciales para la vida. A través de su vida, un organismo puede re-balancear este presupuesto para gastar más energía en unos ciertos procesos que en otros. De acuerdo a cómo gasta un organismo su energía determina, en gran parte, su habilidad para sobrevivir en el mundo, investigadores que estudian “bioenergética” están modelando el uso de energía en organismos para entender como las poblaciones crecen y evolucionan.

Investigadores en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) han elaborado un modelo de cómo la energía es gastada en los organismos más pequeños y más simples de la tierra, que van desde bacterias unicelulares a microbios multi-celulares. El modelo divide los posibles usos de energía de un organismo en dos amplias categorías: crecimiento y reproducción, y mantenimiento y reparación. Basados en el tamaño de un organismo dado, el modelo predice precisamente que fracción de la energía es gastada en cada categoría.

Los científicos dicen que esta información podría ser crucial para determinar como las poblaciones de bacterias y otros microbios crecen y se esparcen en los océanos y en el suelo. El modelo también le ayuda a los investigadores a interpretar cambios evolutivos mayores: Conforme los microbios evolucionen para volverse más complejos, lo más probable es que reharán el presupuesto de energía para soportar nueva maquinaria celular.

Los investigados publicaron sus resultados en la edición del 26 de diciembre de “Proceedings of the National Academy of Sciences” (Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias).

Mick Follows, coautor de la revista académica y un científico investigador en el Departamento de las Ciencias Terrestres, Atmosféricas y Planetarias del MIT, dice que todos los organismos, en algún punto, enfrentan la decisión de reparar o reproducirse, algunos invierten más energía en un proceso que en el otro.

“Puedes imaginarte que una estrategia vital para un organismo podría ser: ‘No voy a gastar nada en mantenimiento, solo voy a reproducirme tan rápidamente como sea posible y espero hacer tantas copias de mí que algunas de ellas lo lograrán,'” dice Follows. “Y la estrategia opuesta es, ‘Bueno, voy a invertir menos en reproducción, y realmente cuidarme y mantenerme en una buena condición y no morir si puedo evitarlo.'”

El estudiante graduado de Follows, Christopher Kempes desarrolló un modelo matemático que predice, ampliamente, cómo los microbios reparten la energía. Kempes creó ecuaciones que representan que tan rápido crece un microbio dado, así como la cantidad total de comida que un organismo puede convertir en energía. El equipo, junto con la científica investigadora Stephanie Dutkiewicz, compilaron los datos de otros investigadores que midieron el peso de varios microbios sobre su tiempo de vida, incluyendo bacterias unicelulares y pequeños camarones multi-celulares.

El equipo del MIT combinó los datos con sus ecuaciones, y encontró algunos patrones interesantes entre los microbios.

Para el microbio de los intestinos Escherichia coli (E. Coli), casi cada onza de energía se gasta en la reproducción. A través de su vida, una sola bacteria E. Coli crece y se divide continuamente, colonizando rápidamente un conducto estomacal o una placa de petri con millones de células simples. La ligeramente más compleja alga verde exime una trayectoria similar, reproduciéndose hasta el final antes de re-enfocar su energía hacia dentro, en procesos que mantienen la maquinaria celular. En Contraste, los pequeños crustáceos milimétricos están más auto-involucrados, gastando la mayoría de su vida manteniendo complejos componentes antes de gastar energía en reproducción.

La tendencia general, dice Follows, parece ser que mientras más grande y más complejo es un organismo, más energía gasta buscando mantenerse a sí mismo, o reparando estructuras internas. Los organismos más pequeño y simples se enfocan más en crecer y proliferar, contando en sus grandes números para incrementar sus posibilidades de supervivencia.

“Puedes darte una idea de como vas a partir de células muy sencillas que pueden crecer rápido,” dice Follows. “Conforme agregan maquinaria, invierten más en mantenimiento. Y entonces en cierto punto, la estrategia también se vuelve muy intensiva en términos de energía. Pero en ese punto, la multicelularidad te permite compartir energía y recursos con otras células.”

Estas tendencias, especula el equipo, podría reflejar los amplios cambios evolucionarios entre las procariotas (organismos que no tienen un núcleo u orgánulos pegados a las membranas) unicelulares como la E. coli, procariotas más complejas como las algas verdes, y organismos multi-celulares simples como los pequeños camarones. A través de su modelo, los investigadores pueden determinar el tamaño más pequeño de los organismos simples, basados en como usan su energía, así como el tamaño al cual los organismos evolucionan para volverse multi-celulares.

“Esas transiciones evolucionarias ocurren en nuestro modelo en etapas muy predecibles,” dice Kempes. “Esas transiciones permiten a los organismos volverse más grandes, y esa es la historia de como la vida se volvió tan compleja.”

Steven Allison, un profesor asistente de ecología y biología evolucionaria en la Universidad de California en Irvine, dice que el nuevo modelo del grupo puede ser usado para evaluar cómo todos los organismos, grandes y pequeños, gastan energía.

“La innovación clave aquí es que el uso de energía y recursos de los microbios puede cambiar a través de sus ciclos de vida,” dice Allison. “Estas diferencias no han sido apreciadas antes. Esto significa que podría ser posible predecir la tasa de crecimiento de la población basada en el tamaño de las células y su tipo.”

El equipo planea incorporar el modelo matemático para la energía de un solo organismo en modelos de poblaciones a gran escala. Follows dice que conociendo cómo un solo organismo reparte la energía podría ayudar a investigadores a modelar de manera más precisa cómo los microbios se dispersan a través de un entorno. Por ejemplo, si un científico construye un modelo para representar bacterias en el océano, la población podría verse muy diferente dependiendo de si el investigador programa las bacterias a gastar toda su energía en reproducción o en reparación.

“En cierto sentido, los modelos actuales de Fitoplancton (organismos con capacidad fotosintética que viven dispersos en el agua) en el océano no usan este tipo de información,” dice Follows. “Necesitamos mejorar esos modelos.”

Fuente:
http://web.mit.edu/ (en inglés)