Gen recién encontrado podría ayudar a las bacterias a sobrevivir en entornos extremos

Célula sin membrana protectora.
Célula sin membrana protectora.

Los lípidos microbiales resultantes también podrían significar caídas de oxígeno en la historia geológica de la Tierra.

Jennifer Chu, MIT News Office. Original (en ingles)

En los días que siguieron el derrame petrolero del Deepwater Horizon, bacterias que consumen metano prosperaron en el Golfo de México, alimentándose del metano que brotó, junto con el petróleo, del pozo dañado. La súbita afluencia de microbios fue una curiosidad científica: Anteriormente al derrame petrolero, científicos habían observado relativamente pocos signos de microbios que consumían metano en el área.

Ahora investigadores del MIT han descubierto un gen bacterial que podría explicar esta súbita afluencia de bacterias que se alimentan de metano. Este gen le permite a las bacterias sobrevivir en entornos extremos y carentes de oxígeno, durmientes hasta que la comida – como el metano de un derrame petrolero, y el oxígeno necesario para metabolizarlo – se vuelve disponibles. El gen codifica una proteína, llamada HpnR, que es responsable por producir lípidos bacteriales conocidos como 3-metilhopanoides. Los investigadores dicen que producir estos lípidos podría preparar mejor a los microbios para hacer una aparición súbita en la naturaleza cuando las condiciones son favorables, como después del accidente del Deepwater Horizon.

Los lípidos producidos por la proteína HpnR también podrían ser usados como biomarcadores, o una firma en las capas de roca, para identificar cambios dramáticos en los niveles de oxígeno en el transcurso de la historia geológica.

“Lo que nos interesa es que esto podría ser una ventana al pasado geológico”, dice la posdoctorado Paula Welander del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias (EAPS – Earth, Atmospheric and Planetary Sciences) del MIT (Massachusetts Institute of Technology – Instituto Tecnológico de Massachusetts). “En el registro geológico, hace muchos millones de años, vemos un número de eventos de extinciones masivas donde hay evidencia de agotamiento de oxígeno en el océano. Es en estos eventos clave, e inmediatamente después de estos, donde también vemos un incremento en todos los biomarcadores como indicadores de una perturbación climática. Parece ser parte de un síndrome de calentamiento, deoxigenización del océano y extinción biótica. Las causas son desconocidas”.

Welander y el profesor de EAPS Roger Summons han publicado sus resultados esta semana en el Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Una señal en las rocas

Diploptene, un compuesto hopanoide.
Diploptene, un compuesto hopanoide.

Las capas rocosas de la tierra sostienen restos de la evolución de la vida, desde las antiguas trazas de organismos unicelulares a los recientes fósiles de vertebrados. Uno de los biomarcadores clave que los geólogos han usado para identificar las formas tempranas de vida es una clase de lípidos llamados hopanoides, cuya robusta estructura molecular los ha preservado en el sedimento por miles de millones de años. Los hopanoides también han sido identificados en las bacterias modernas, y los geólogos estudiando los lípidos en las rocas antiguas los han usado como señales de la presencia de bacterias similares hace miles de millones de años.

Pero Welander dice que los hopanoides podrían ser usados para identificar más que las tempranas formas de vida: Los fósiles moleculares podrían ser biomarcadores para fenómenos ambientales – como períodos de muy bajo oxígeno.

Para probar la teoría, Welander examinó una cepa moderna de la bacteria llamada Methylococcus capsulatus, un organismo ampliamente estudiado aislado por primera vez de un baño público romano antiguo en Bath, Inglaterra. El organismo, que también vive en entornos pobres en oxígeno como las ventosas en lo profundo del océano y los volcanes de lodo, ha sido de interés para los científicos por su habilidad de consumir eficientemente grandes cantidades de metano – lo que podría hacerla útil en biomediación y desarrollo de biocombustibles.

Para Welander y Summons, M. capsulatus es especialmente interesante por su estructura: El organismo contiene un tipo de hopanoide con una estructura molecular de cinco anillos que contiene metilación C-3. Los geólogos han encontrado que dichas metilaciones en la estructura de anillo son particularmente bien preservadas en rocas antiguas, aún cuando el resto del organismo ha desaparecido.

Welander estudió el genoma de la bacteria e identificó hpnR, el gen que codifica la proteína HpnR, el que está específicamente asociado con la metilación C-3. Entonces diseñó un método para borrar el gen, creando una cepa mutante. Welander y Summons entonces crecieron cultivos de cepas mutantes así como cultivos de bacterias salvajes (sin alteraciones). El equipo expuso ambas cepas a los niveles bajos de oxígeno y los altos niveles de metano durante un período de dos semanas para simular un entorno pobre en oxígeno.

Durante la primera semana, había poca diferencia entre los dos grupos, ambos de los cuales consumieron metano y crecieron a alrededor de la misma taza. Sin embargo, en el día 14, los investigadores observaron que la cepa salvaje comenzó a crecer más rápido que la bacteria mutante. Cuando Welander añadió el gen hpnR de vuelta en la bacteria mutante, encontró que eventualmente esta regresaba a los niveles que se asemejaban al de la cepa salvaje.

Apenas logrando sobrevivir

¿Qué podría explicar el contraste dramático en las tasas de sobrevivencia? Para responder esto, el equipo usó microscopía electrónica para examinar las estructuras celulares en las bacterias mutantes y salvajes. Descubrieron la marcada diferencia: Mientras que el tipo salvaje estaba lleno con membranas normales y vacuolas, la cepa mutante no tenía ninguna.

Una célula bacterial con el gen, a la izquierda, exhibe la membrana protectora. Una célula sin el gen, a la derecha, no produce membranas.
Una célula bacterial con el gen, a la izquierda, exhibe la membrana protectora. Una célula sin el gen, a la derecha, no produce membranas. Imagen: Paula Welander

Las membranas faltantes, dice Welander, son una pista a la función del lípido. Ella y Summons postulan que el gen hpnR podría preservar las membranas celulares de las bacterias, lo que podría reforzar al microbio en tiempos de nutrientes agotados.

“Tienes a estas comunidades que apenas salen del paso, sobreviviendo en lo que pueden”, dice Welander. “Entonces cuando reciben una ráfaga de oxígeno o metano, pueden tomarlo muy rápidamente. Están realmente preparadas para aprovechar algo como esto”.

Los resultados, dice Welander, son especialmente emocionantes desde una perspectiva geológica. Si los 3-metilhopanoides realmente permiten a las bacterias sobrevivir en tiempos de oxígeno bajo, entonces un pico en el lípido relacionado en el registro rocoso podría indicar una disminución dramática en la historia de la Tierra, permitiendo a los geólogos entender mejor los períodos de extinciones masivas o grandes muertes masivas oceánicas.

“La meta original fue hacer esto un mejor biomarcador para los geólogos”, dice Welander. “Es [un trabajo] muy meticuloso, pero al final también queremos causar un mayor impacto, por ejemplo aprender como los microorganismos lidian con los hidrocarbonos en el entorno”.

David Valentine, un profesor de geoquímica microbial en la Universidad de California en Santa Bárbara, dice que el lípido objetivo del grupo es parecido al colesterol, que juega un papel importante en las membranas de células humanas y animales. Dice que el gen identificado por el grupo podría jugar un papel similar en bacterias.

“Este trabajo demuestra una importante unidad en biología”, dice Valentine. “Sus resultados son un paso necesario en proveer contexto para interpretar la distribución de estos biomarcadores en el registro geológico”.

Esta investigación fue patrocinada por la NASA y la Fundación Nacional de Ciencia de los Estados Unidos.

Reimpreso con permiso de MIT News.

Fuente
http://web.mit.edu/ (en inglés)

Estudio muestra el proceso unificado de evolución en bacterias y eucariotas sexuales

Bacteria eukariotes
Imagen: Centers for Disease Control

Una sola mutación genética puede barrer a través de una población, abriendo la puerta para el concepto de “especies” en bacterias.

Denise Brehm, Civil and Environmental Engineering. Original (en inglés).

Las bacterias son los organismos más populosos en el planeta: prosperan en casi cada entorno conocido, adaptandose a diferentes hábitats por medio de variaciones genéticas que proveen las capacidades esenciales para la sobrevivencia. Estas innovaciones genéticas provienen de lo que los científicos creen que es una mutación al azar y un intercambio de genes y otros trozos de ADN entre bacterias que a veces les confiere una ventaja, y que entonces se vuelve una parte intrínseca del genoma.

Pero cómo se esparce una mutación ventajosa de una simple bacteria a todas las otras bacterias en una población es una pregunta científica abierta. ¿El gen que contiene una mutación ventajosa pasa de bacteria a bacteria, barriendo a través de la población entera por sí mismo? ¿O un solo individuo obtiene el gen, y entonces replica su genoma entero muchas veces para formar una nueva población mejor adaptada de clones idénticos? Evidencia conflictiva soporta ambos escenarios.

En una revista académica que apareció en la edición del 6 de Abril de Science, investigadores del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental (CEE – Civil and Environmental Engineering) del MIT (Massachusetts Institute of Technology – Instituto Tecnológico de Massachusetts) proveen evidencia de que las mutaciones ventajosas pueden barrer a través de las poblaciones por sí mismas. El estudio reconcilia la evidencia conflictiva previa al mostrar que después de tres barridos de genes, la recombinación se vuelve menos frecuente entre cepas de bacterias de diferentes poblaciones, produciendo un patrón de diversidad genética que recuerda al de la población clonal.

Esto indica que el proceso de evolución en las bacterias es muy similar al de las eucariotas sexuales – que no pasan su genoma intacto a su progenie – y sugiere un método unificado de evolución de las dos formas de vida mayores de la tierra: procariotas y eucariotas.

El hallazgo también llega al corazón de otra pregunta científica: como al delinear especies de bacterias – o determinar si el término “especies” siquiera aplica a bacterias, que son tipicamente identificadas como poblaciones ecológicas y no especies. Si todas las bacterias en una población son clones de un ancestro común, la idea de las especies no aplica. Pero si, como muestra este nuevo estudio, genes que son compartidos al azar entre individuos pueden dar lugar a una población nueva ecológicamente especializada, el uso del término podría ser garantizado.

“Encontramos que la diferenciación entre poblaciones estaba restringida a unos pocos parches pequeños en el genoma”, dice Eric Alm, profesor asociado de desarrollo de carrera de Ingeniería Civil y Ambiental e Ingeniería Biológica y miembro asociado del instituto Broad.

El profesor Martin Polz de CEE, otro investigador principal en el proyecto, añade, “Patrones similares han sido observados en animales, pero no esperamos verlos en bacterias”.

“El proceso de diferenciación ecológica en bacterias, que encontraron los investigadores, es similar a los mosquitos que transmiten malaria: algunas poblaciones desarrollan resistencia a agentes antimalariales por medio de un solo intercambio de genes, mientras que otras poblaciones compartiendo el mismo hábitat no lo hacen. El pez espinoso (Gasterosteidae) también se ha mostrado que sigue este patrón de “especiación simpátrica” (la formación de una especie sin que se establezca previamente una barrera geográfica entre poblaciones) en entornos compartidos.

“A pesar de que las fuentes de diversidad genética son muy diferentes entre bacterias y eucariotas sexuales, el proceso mediante el cual la diversidad adaptativa se propaga y desencadena una diferenciación ecológica parece muy similar”, dice el primer autor doctor Jesse Shapiro, un posdoctorado en la Universidad de Harvard quien realizó su trabajo de graduación en el laboratorio de Alm en el MIT.

Los investigadores realizaron el trabajo usando 20 genomas completos de la bacteria Vibrio cyclitrophicus que recientemente se había diversificado en dos poblaciones ecológicas adaptadas a microhábitats conteniendo diferentes tipos de zooplancton, fitoplancton y particulas orgánicas suspendidas en agua de mar. En un estudio previo basado en solo unos pocos genes, habían predecido que estas poblaciones cercanamente relacionadas de Vibrio estaban en el proceso de desarrollarse en dos diferentes poblaciones asociadas al hábitat.

El nuevo estudio muestra que las dos poblaciones fueron frecuentemente mezcladas por recombinación genética, quedando genéticamente distintas en solo unas pocas adaptaciones ecológicas genéticas, con una tendencia en aumento hacia intercambio de genes dentro – en lugar de entre – hábitats.

“Esta es la revista académica más sofisticada sobre especialización bacteriana que ha aparecido, sobre todo por que utiliza la dudosa palabra “especies” solo una vez, y eso es con precaución”, dice W. Ford Doolittle, un profesor emérito de bioquímica en la universidad de Dalhousie en Canada. “La base genética de diferenciación ecológica en bacterias – como el genotipo mapea al ecotipo y que procesos determinan este mapeo – es en mi mente el más grande problema en ecología microbial moderna”.

Otros coautores en la revista académica son el estudiante graduado del MIT Jonathan Friedman, los posdoctorados Otto Cordero y Sarah Preheim, la estudiante graduada Sonia Timberlake, y Gitta Szabo de la Universidad de Vienna en Austria. Los fondos fueron provistos por la Fundación Nacional de Ciencias, la Fundación Gordon y Betty Moor, y el Instituto Broad.

Reimpreso con permiso de MIT News.

Fuente
http://web.mit.edu/ (en inglés)

Priones juegan papel clave en sobrevivencia y evolución de la levadura

Levadura.
Levadura. Imágenes: R. Halfmann, D. F. Jarosz, S. K. Jones, A. Chang, A. K. Lancaster, S. Lindquist, y Nature

Por vez primera, investigadores encontraron priones en cepas salvajes de levadura, y mostraron de que manera pueden ayudar a los organismos a resistir estrés ambiental.

Por Anne Trafton, MIT News Office. Original (en inglés).

Proteínas mal dobladas llamadas priones son mejor conocidas por causar enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad Creutzfeldt-Jakob y la enfermedad de las vacas locas (Encefalopatía espongiforme bovina). Sin embargo, un nuevo estudio realizado por científicos en el Instituto Whitehead del MIT (Massachusetts Institute of Technology – Instituto Tecnológico de Massachusetts) encontró que también juegan un papel mucho más benéfico.

El equipo de investigadores, liderado por Susan Lindquist, ha mostrado que en la levadura, los priones despiertan genes que pueden ayudar a la levadura a sobrevivir estrés ambiental. Además, estas nuevas características pueden ser pasadas a la descendencia, contribuyendo a la evolución de una manera inesperada.

Lindquist, un profesor de biología en el MIT, propuso por primera vez este mecanismo evolucionario hace más de una década, pero muchos científicos se resistieron a la idea por que nadie podía encontrar evidencia de que los priones existieran en cepas “salvajes” de levadura, a diferencia de las cepas de laboratorio utilizadas para estudios genéticos.

En una revista académica publicada en la edición del 15 de febrero de Nature, los investigadores probaron casi 700 cepas de levadura salvaje y encontraron priones en un tercio de ellas.

“Ahora tenemos evidencia de que estos elementos existen en la naturaleza y pueden influenciar la adaptación a una variedad de estrés que son relevantes a la sobrevivencia del organismo”, dijo Dan Jarosz, un postdoctorado en el laboratorio de Lindquist y uno de los autores líderes de la revista académica.

El otro autor principal es Randal Halfmann, ahora en el Centro Médico Suroeste de la Universidad de Texas.

Pagando sus apuestas

Los priones son conformaciones anormales de proteínas normalmente encontradas en células; las versiones mal dobladas pueden tener impresionantes efectos.

Estudios previos en cepas de laboratorio de levadura han mostrado que un prión llamado PSI+ puede formar grupos que interfieren con la habilidad de una célula de leer su propia información genética. Normalmente, instrucciones de ADN son copiadas en una molécula conocida como mensajero ARN (mRNA), el cual es leído entonces por ribosomas, donde las proteínas son ensambladas. El prión PSI+ previene que el ribosoma se detenga en el lugar correcto, así que continúa agregando a la proteína, generando potencialmente una cepa notable.

Bajo circunstancias normales, los priones aparecen en solo una de un millón de células de levadura. Su presencia actúa como un mecanismo de cobro de apuestas para la población: Si la adaptación del prión resulta no ser apta para sobrevivencia, la población pierde muy pocas células. Interesantemente, cuando el entorno se vuelve estresante, los priones comienzan a aparecer a una taza más alta. “Cuando las cosas no van bien, las células incrementan la frecuencia a la que apuestan”, dice Lindquist.

En este estudio, los investigadores encontraron evidencia de PSI+ en 10 cepas salvajes; otro prión bien conocido, MOT3+, fue encontrado en seis cepas salvajes. Para probar elementos priones previamente desconocidos, expusieron las cepas a un químico que saca PSI+ y MOT3+ fuera de su estado de prión, y encontraron que 255 cepas demostraron niveles notables tras este tratamiento. Aproximadamente 40 por ciento de esas cepas probaron ser benéficas al crecimiento en una docena de diferentes condiciones ambientales probadas, incluyendo entornos acídicos o en la presecia de drogas anti-hongos o altos niveles de etanol.

“Una cosa es decir que es posible, otra es mostrar que realmente ocurre en lo salvaje”, dice Alex Lancaster, un estudiante investigador en el laboratorio de Lindquist y un autor de la revista académica. “Esto sirve para mostrar que esto es algo que realmente podría hacer una diferencia en términos de la evolución de la levadura, y potencialmente también otros organismos”.

Las características inducidas por priones pueden ser pasadas a generaciones futuras, inicialmente a través de heredar los mismos priones, y subsecuentemente a través de mutaciones genéticas. Esto es, los rasgos pueden ser codificados en el genoma si ocurre una mutación que cause que el gen sea leído más allá de donde debería de serlo.

La nueva revista académica representa un “gran paso adelante” para entender el papel de los priones en la evolución de la levadura, dice Yury Chernoff, un profesor de nanobiología en el Instituto de Tecnología de Georgia. “Ahora podrás convencer a la gente de que no puedes seguir ignorando priones cuando hablas de conceptos evolucionarios”, dice Chernoff, quien no fue parte del equipo investigador.

Los investigadores del MIT trabajan ahora con científicos en la Universidad de Californio en San Francisco para determinar exactamente como los priones que identificaron en este estudio dan paso a nuevas características observadas en levadura. También buscan evidencia de que los priones tienen efectos similares en otros organismos.

Reimpreso con permiso de MIT News.

Fuente
http://web.mit.edu/ (en español)

Bolsas de plástico llenas de plasma podrían reemplazar las placas de petri

Bolsa tratada con Plasma
Bolsa tratada con Plasma. Imagen: Fraunhofer IST

La humilde placa de petri, utilizada para el cultivo de microorganismos como bacterias y mohos, podría convertirse pronto en cosa del pasado.

El doctor Michael Thomas y su equipo, del Instituto Fraunhofer para la Ingeniería de Superficies y Filmes Delgados en Braunschwieig, Alemania; desarrollaron una técnica para tratar bolsas de plástico con plasmas para crear medios de cultivo herméticos y estériles, ideales para su uso en la micro-biología. Estás bolsas tienen menos probabilidades de contaminarse que los contenedores tradicionales.

Esperan eventualmente desarrollar una bolsa con una estructura tridimensional donde podrían crecer células y tejidos humanos, y así crear órganos para trasplantes. Aunque esto ha sido intentado, siempre ha habido problemas para hacer que las células se adhieran a las paredes, y se espera que estas bolsas de plasma resuelvan el problema.

Fuente:
www.gizmag.com (en inglés)