La confabulación es uno de los procesos en los que adaptamos memorias para que encajen nuestras expectativas o esquemas existentes.
Un ejemplo de confabulación fue mostrado en un estudio de Loftus y Loftus (1975), quienes mostraron un vídeo de un accidente de tráfico y luego les hicieron preguntas al respecto.
Hubieron dos grupos de participantes y cada uno fue preguntado cosas un poco distintas. A uno de los grupos se le preguntó: “¿Qué tan rápido iban los carros cuando se golpearon entre ellos?” Al otro grupo se le preguntó: “¿Qué tan rápido iban los carros cuando se destrozaron entre ellos?”
Una semana más tarde, los participantes de investigación fueron reunidos y se les preguntó sobre el vídeo nuevamente para que tuvieran que pensar y recordarlo. Ésta vez, a todos se les preguntó si hubo algún vidrio roto en el vídeo, resultando del accidente. Aunque no había ninguno, el grupo al que le habían hecho la pregunta con las palabras “destrozaron entre ellos” recordó haber visto vidrio roto en la calle después del accidente, ya que las palabras de la pregunta habían creado expectativas y los participantes habían producido memorias activas que encajaban en éstas. Ellos recordaron el accidente mucho más gravemente de lo que realmente fue.
Fuente: Nicky Hayes, Foundations Of Psychology, Memory, Confabulation, página 73-74.