Estudios recientes sugieren que nuestro ADN sufre cambios químicos sumamente sutiles conforme pasan los años, lo cual se contrapone a declaraciones anteriores que afirmaban que, desde un punto de vista genético, nosotros no cambiamos sino sólo nuestro cuerpo.
Ahora, mediante la comparación del ADN de un bebé recién nacido con el de una persona centenaria se ha demostrado que el alcance de estos cambios pueden ser dramáticos, y dichos cambios podrían ayudar a explicar por qué el riesgo de padecer cáncer y otras enfermedades incrementa a medida que envejecemos.
El ADN está formado de cuatro componentes básicos (adenina, timina, guanina y citosina), y la secuencia de estos nucleótidos en un gen determina qué proteína forma. Los genes pueden ser activados y desactivados según se necesite, y la regulación de los genes frecuentemente implica algo que se denomina mecanismos epigenéticos, en los cuales se realizan alteraciones químicas en el ADN. Uno de los cambios epigenéticos más comunes involucra a un grupo metilo (un átomo de carbono y tres átomos de hidrógeno) unido a un nucleótido, usualmente citosina. En general esta unión, llamada metilación, desactiva el gen en cuestión.
Las recientes investigaciones sugieren que los cambios en los patrones de metilación del ADN conforme una persona envejece pueden contribuir a las enfermedades humanas cuyo riesgo incrementa con la edad, incluyendo el cáncer. Un equipo dirigido por el investigador de epigenética Manel Esteller, en el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) en Barcelona, España, optó por analizar los dos extremos, un bebé varón recien nacido y un hombre de 103 años de edad, para así tener una idea más clara de cómo los patrones de metilación cambian con el paso del tiempo.
El estudio consistió en extraer ADN de células blancas tomadas de la sangre del hombre anciano y de la obtenida del cordón umbilical del bebé para determinar sus patrones de metilación mediante una técnica bastante nueva llamada secuenciación por bisulfito del genoma completo (WGBS). Se encontró que en el recién nacido la cantidad de metilación de la citosina (80.5%) era significativamente mayor que en el anciano (73%), y en un caso intermedio en que el equipo analizó el ADN de un hombre de 26 años de edad, el nivel de metilación resultó ser también intermedio (78%).
El equipo se enfocó en comparar regiones del genoma donde las secuencias de nucleótidos del ADN eran idénticas, por lo cual sólo las diferencias epigenéticas destacarían. Así, se identificaron cerca de 18,000 de las llamadas regiones de metilación diferencial (DMRs) del genoma. Más de un tercio de las DMR ocurrieron en genes que ya han sido relacionados con el riesgo de cáncer.
Además se analizaron los patrones de metilación de otros 19 recién nacidos y 19 personas de entre 89 y 100 años de edad, con lo cual se confirmaron los resultados de que las personas mayores tienen menores niveles de metilacion de citosina que los recién nacidos.
Esteller dice que en el hombre centenario, la pérdida de grupos de metilo (que vuelven a activar los genes) ocurre en genes que incrementan el riesgo de infección y diabetes cuando son activados en la edad adulta. En contraste, el pequeño número de genes en el centenario que tuvo mayores niveles de metilación fueron a menudo aquellos que necesitaban mantenerse activados para proteger contra el cáncer.
Según Martin Widschwendter, un oncólogo en el University College de Londres en el Reino Unido, este nuevo trabajo es el primero en comparar los patrones de metilación del ADN de todo lo ancho del genoma.
Fuente
http://news.sciencemag.org/ (en inglés)