Relatos de Hombres solo para Mujeres

Ella pretendía ser cuidadosa y mantener una distancia, alejándose de la sociedad,  con un escudo de fiereza que tapaba su endeble corazón. Creía que podría escapar de la locura del amor, era fácil diferenciar entre su dulce mundo y su cruel mirada. Esa mujer tenía unos ojitos tiernos que tapaba bajo su cabello negro, y creía que con unos cuantos episodios de alguna película de terror llenaría su corazón  de odio y amargura.
Ella sin duda inspiraba pasión, lujuria y lascivia. Su cuerpo, por supuesto, era un monumento al sexo; en efecto, estaba diseñada para provocar y ser deseada y más aún, su noble alma atrapada en un cuerpo pornográfico, su inocente mirada filtrada tras sus cabellos y sus dieciséis pequeños años aumentaron mi interés.
Me acerque a ella con ese toque de galán que me caracteriza y me dejó frio con palabras del estilo “vete a la mierda” o “¿que putas te pasa?”, es extraño pero su fuerte vocabulario me atraía aun mas, seguramente mi perversa mente se imaginaba alguna escena de BDSM.
Pero si aparentemente me odiaba ¿Cómo rayos iba a obtenerla? Eso hacía más gratificante mi esfuerzo y durante más de un mes y a punta de inoportunismos, insultos y muchas feromonas desbordándose en el ambiente, planeé mi estrategia, analicé sus movimientos, busque su punto débil y me camuflé entre sus gustos.
Que fácil fue darme cuenta que una buena actuación y un par de lágrimas fingidas desarmarían su corazón, le vi vulnerable y ataque, le mostré mis verdaderas intenciones y estaba absolutamente seguro que mis métodos serían infalibles, caería ante mi bien preparado plan, sería pan comido, literalmente.
Pues estaba muy equivocado, realmente no la conocía y me dejaría perplejo con su valiente actitud, cuando creía tenerla en mi mano, alzó sus alas y dejó a éste pájaro solo, escapó de repente dejándome desvestido y alborotado, y allí estaba “parado” en medio del asombro, ella no solo me demostró que podía resistirse ante un cuerpo masculino, y que valoraba su integridad sino que me dejó una gran lección:
A una mujer se le respeta incluso con el pensamiento, ellas no son bobas, perciben las intenciones nuestras. Ella desde el principio lo supo.

Pequeña reflexión:
Niñas valórense y respétense ustedes mismas, no permitan que nadie con malas intenciones (por buenas que parezcan), vulneren sus derechos, háganse respetar, el honor de una mujer ¡NO TIENE PRECIO!

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