El agua de lluvia puede proveer una alternativa al agua de suelo contaminada en naciones en desarrollo, pero se necesitan sistemas para mantenerla limpia.
David L. Chandler, MIT News Office. Original (en inglés)
En una remota aldea llamada Bisate en la nación desesperadamente pobre de Rwanda, una clínica enfrentó deficiencias crónicas de agua durante las dos temporadas de sequía anuales en la nación. A veces simplemente no había la suficiente agua disponible para que los pacientes seriamente deshidratados bebieran, o para que los trabajadores de la salud mantuvieran estándares básicos de saneamiento.
Recolectar el agua de lluvia durante los períodos lluviosos era la respuesta obvia, pero encontrar como hacerlo de manera segura y económica no era un problema trivial: ¿Qué tan grandes debían ser los tanques de recolección? ¿y cuánta agua podría ser utilizada para evitar contaminar la fuente con tierra, polvo y desechos animales que se acumulan en un techo durante una temporada de sequía?
Proveyendo respuestas a esas preguntas se convirtió en el foco de un proyecto de tesis de maestría para Kelly Doyle, un antiguo estudiante graduado de Ingeniería Civil y Ambiental, quien trabajo con Peter Shanahan. Los resultados de esa investigación acaban de ser publicados en el Journal of Water, Sanitation and Hygiene for Development (Diario de Agua, Saneaminto e Higiente para el Desarrollo).
“Ciertas áreas dependen casi enteramente de agua de lluvia” para agua limpia y potable, dice Shanahan. “Internacionalmente, es un tema emergente de interés” encontrar maneras de hacer los sistemas de recolección de agua de lluvia más seguros y más confiables.
El campo de investigación llevado a cabo por el equipo fue hecho en cooperación con el Fondo Internacional de Gorilas Dian Fossey, que estaba trabajando en restaurar la clínica de salud en Bisate. Los investigadores estudiaron tres sistemas de recolección ahí: uno en la clínica, uno en una escuela local y uno en la sede de la fundación. El Fondo Fossey quería proveer agua limpia a la aldea para proteger los gorilas de montaña que estaban enfermándose de parásitos e infecciones de gente que se metía en el bosque lluvioso a recolectar agua durante la temporada seca.
Durante esas temporadas secas, Shanahan dice, la aldea “no tenía suficiente agua para que la gente se lavara las manos, o para saneamiento básico o para hidratación”.
Además de encontrar tamaños y materiales óptimos para tanques de almacenamiento de agua de lluvia, Doyle realizó un análisis detallado de métodos para desviar el llamado “primer-flujo” de agua lejos del tanque. Los sistemas más sencillos y más confiables, según lo que encontró el equipo, consistieron en un desviador – una distancia adicional de tubería conectada al sistema de alcantarillado que se llenaría primero con cualquier lluvia fresca. Una vez que la tubería se llenaba, cualquier corriente adicional de agua pasaba por encima de ella y entraba en el tanque de recolección.
Entre lluvias, un tapón al final de la tubería desviadora podría ser abierta para drenar el agua junto con cualquier sedimento que cargara, preparando el sistema para la próxima lluvia. Las dimensiones del tubo desviador determinarían automáticamente cuanto de la lluvia de un cierto techo podría ser desviada cada vez.
Un estudio de la hidrología y geología locales mostraron que recolectar el agua de la lluvia era la única opción viable para mejorar el suministro de agua, dice Shanahan. Entonces por un período de dos años – ayudado por algo de trabajo previo realizado por investigadores de la Universidad Tufts – el equipo ayudó a la fundación a calcular el tamaño correcto para grandes tanques de almacenamiento plástico para un sistema de recolección de agua de lluvia, y entonces agregó un sistema para probar la cantidad de sedimentos y contaminación microbiana que podría ser separada por varios tamaños de tubos de desvío.
La simple configuración de tubería de desvío, que no requiere ninguna intervención además de vaciarla entre tormentas, resultó hacer una diferencia significativa: Los sedimentos en el agua se redujeron a la mitad, y la contaminación microbiana fue lo suficientemente reducida para pasar los estándares de la Organización Mundial de la Salud para beber agua. Menos del 2 por ciento de la cantidad total de agua recolectada fue perdida en el proceso.
Mientras que dichos tubos de desvío han sido usados previamente, dijo Shanahan, “el efecto en la demanda nunca se había visto de manera rigurosa”.
Richard Vogel, un profesor de ingeniería civil y ambiental en Tufts, dice, “Metodos rigurosos para el diseño y la operación de los sistemas recolectores de agua de lluvia pueden tener un tremendo impacto en el mundo en desarrollo, donde dichos sistemas comúnmente son la única fuente de agua”. Agrega, “Ciertamente referiré esta revista académica a todos mis estudiantes graduados que están trabajando en esta área”.
Reimpreso con permiso de MIT News.
Fuente
http://web.mit.edu/ (en inglés)