Hay un número de estudios que muestran que nosotros actuamos más positivamente hacia personas que encontramos atractivas físicamente. En particular, tendemos a actuar mucho mas favorablemente hacia las personas atractivas.

Foto: Communication Studies

Ésto tiene un número de implicaciones sociales. Una de ellas, por ejemplo, es que los niños atractivos son frecuentemente tratados con mucha más indulgencia cuando se portan mal que aquellos que no son atractivos.

 

El Experimento De Dion

Dion (1972)  pidió a 243 participantes de investigación que completaran un cuestionario sobre niños, basados en tarjetas de registro que describían el comportamiento infantil. Cada niño  fue descrito como “travieso”, ya fuese mucho o poco, en una de las siguientes dos formas: Al actuar agresivamente hacia otro niño o al actuar cruelmente hacia un animal. Cada carta también tenía una foto a blanco y negro de un niño o niña. La foto había sido calificada por observadores como atractiva o no atractiva. El cuestionario incluía preguntas sobre si el niño posiblemente podría haber actuado similarmente en el pasado, qué tan serio el mal-comportamiento fue, qué tan fuerte el niño debía ser castigado y si el niño posiblemente podría comportarse así en el futuro, entre otras. Los participantes de la investigación también tenían que especular una razón por la que el niño había sido tan travieso y cómo sería su comportamiento normalmente.

Dion encontró que la atracción física de un niño hacía una diferencia considerable a los juicios que las personas hacían. Los niños menos atractivos fueron juzgados como personajes más “anti-sociales”. Fueron descritos como más propensos a cometer crímenes, más propensos a haber cometido más travesuras en el pasado y más propensos a repetirlo en el futuro. También, los participantes vieron el mal-comportamiento de los niños atractivos como casos menos serios que los cometidos por los poco atractivos.

 

El Experimento De Sigall y Ostrove

No es tan solo en la infancia donde la atracción cuenta. Éstas diferencias en opiniones afectan el cómo vemos a otros adultos también. Sigall y Ostrove (1975) pidieron a 120 personas que recomendaran sentencias para un crimen. Los crímenes que ellos tenían que considerar eran fraude (un crimen bastante propenso a ser conectado con la atracción) robos (ninguna conexión con la atracción). Nuevamente, los participantes obtuvieron la información en una tarjeta de registro. Una serie de tarjetas – dada a los miembros del grupo de control – no tenía foto del criminal; otra serie de cartas tenía la foto de una mujer  atractiva y una tercera serie tenía la  foto de una mujer poco atractiva.

A los participantes se les dijo que no había ninguna duda sobre la culpabilidad de la persona; pero que ellos tenían que recomendar la sentencia que la ésta debía recibir. De los resultados del estudio se puedo ver que en el caso del robo, la sentencia promedia recomendada para la participante atractiva fue mucho menos que los demás. Aun así, es interesante, que la sentencia para el fraude fue mucho más severa para la mujer atractiva. Una teoría es que los participantes de investigación pensaron que ella usó su belleza, como arma para su crimen.

 

El Experimento de Garwood

Garwood y otros (1980) mostraron que la forma en que juzgamos la belleza y atracción de alguien puede estar influenciada por factores bastante pequeños, como el nombre de la persona. Ellos le pidieron a participantes de investigación el calificar fotos según su belleza y pusieron en cada fotografía un nombre deseable como “Kathy, Jennifer y Christina” o uno poco deseable como “Gertrudis, Ethel y Harrieta”. Ellos notaron que los mejores nombres tenían las mejores calificaciones.

 

Hipótesis Del Emparejamiento Selectivo – Welster

Walster (1966b) sugirió ésta hipótesis, la cual afirmaba que las personas tienden a formar sus relaciones a largo plazo con aquellos que son más o menos  igual de atractivos que ellos. Murstein (1971), soportó la idea, al mostrar que las parejas casadas generalmente eran calificados como “similares” el uno co’n el otro en cuanto a la atracción física.

Más tarde, Walster planeó una “danza en computadores” en la que se asignaban parejas al azar. Cuando cada estudiante llegaba a comprar sus tiquetes para el baile, jueces independientes calificaban la atracción física de cada uno. En la mitad del baile, a los estudiantes se les dio cuestionaron y se les pidió que evaluaran a sus parejas. Nuevamente, después de 6 meses, se reunieron los estudiantes para ver si habían salido con su pareja después del baile.

En el cuestionario se les había pedido evaluar aspectos como actitud, personalidad y autoestima; sin embargo, cuando los investigadores compararon los resultados, ninguno de éstos parecía importar a la hora de juzgar a su pareja y tampoco la hipótesis parecía ser cierta, ya que las personas atractivas tendían a ser mejor evaluadas, aún si no eran atractivamente similares. Pero en defensa de la hipótesis del emparejamiento selectivo, Welster sugirió que una situación como un “baile” lo cual era una cita de corto plazo, era muy distinto a una relación a largo plazo y que las personas usarían distintos criterios para cada caso.

Por lo tanto en 1969, Walster planeó otro baile y ésta vez los participantes de investigación pudieron conocerse de ante mano y también pudieron indicar más o menos qué clase de pareja querrían tener en cuanto al aspecto físico. En éste caso, las personas estaban más atraídas a aquellos que jueces independientes calificaron como similares, por lo tanto, la hipótesis parecía válida.

 

Confrontación De La Hipótesis Del Emparejamiento – Huston

Sin embargo, Huston (1973) afirmó que la razón por la que las personas escogían personas similares físicamente, era porque temían que las más atractivas físicamente los rechazarían.

Huston hizo un estudio en el que a  los participantes de investigación se les pedía que escogieran una pareja de un grupo de personas que ya habían visto sus fotografías y habían los habían escogido como pareja. En ésta situación, los participantes escogieron personas que fueron calificadas como más atractivas que ellos, lo cual parecía soportar la idea de que las elecciones hechas en el estudio de Walster eran por miedo a ser rechazados.

Aun así, aun esta abierta la opinión en cuanto a éstos dos puntos de vista y no sabe si la idea de Huston realmente reta la hipótesis de Walster, ya que las personas, en la mayoría de las situaciones,  suelen escoger personas atractivamente similares.

Además de eso ésta el aspecto de la personalidad; pero eso, ya es otro asunto distinto que también juega un gran papel cuando intentamos elegir pareja; ya que buscamos personas con parecida actitud, ideas y hobbies.

 

Fuente: Nicky Hayes, Foundations Of Psychology, Self And Others, Physical Atraction, página 483. 

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